dimarts, 20 de març del 2012

¿Qué pueden hacer las familias para que lean sus hijos o hijas?




Los centros especializados en el fomento de la lectura suelen elaborar listas de libros, clasificados por edades y/o por temas, que sirven de orientación a los padres. Dichas listas son de gran utilidad, sin embargo, los padres no pueden limitarse a ir a una librería y comprar alguno de los títulos que allí figuran. Necesitan, además, conocer y tener en cuenta la madurez e intereses de sus hijos, junto al tipo de lecturas que les atraen: cuentos, comics, poesías, aventuras, intriga…

Una de las formas con las que los niños y las niñas pueden incorporar el placer por la lectura es la del contagio. Si los padres sienten la magia del cuento y de la poesía, resulta probable que, cuando cuenten o canten algo a sus hijos, el duende lector se instale en ellos, y lo haga de forma permanente.

Para crear hábitos lectores va bien que los padres fijen unos tiempos y unos espacios, para leer en familia y/o para contarles cuentos a los niños.

En el tema de la lectura conviene actuar también con respeto y con sentido de la realidad. A veces, el interés del profesorado y de los padres para que los niños lean es tan grande, que exageran lo que conlleva la lectura. Por ejemplo, les dicen: “Con la lectura viviréis hermosas aventuras”, pero los niños pueden encontrarse, a veces, con libros poco imaginativos y aburridos. O si se tiene el atrevimiento de afirmarles que “Quién lee es mejor persona”, ellos quizá vean a personas, que supuestamente han leído mucho, pero que minusvaloran o desprecian a sus semejantes.

Ni la televisión, ni los videojuegos, ni internet…, pueden presentarse como enemigos de la lectura. Por tanto, no va bien que los padres digan a su hijo: “Deja de ver la televisión y ponte a leer”, ya que, si en esos momentos está disfrutando con un programa y se les obliga a dejarlo, probablemente se esté contribuyendo a sentir poca simpatía por la lectura. Lo que procede es vivir esos recursos como aliados y ofrecerles libros que puedan explicar o completar aspectos que aparezcan en algún programa que interese a los niños.

Conviene convertir a los libros en amigos incondicionales, a los que se puede ir a visitar a las bibliotecas y a las librerías y que, también, acompañan a los niños a diferentes lugares: a la consulta del médico, cuando van en el tren…